Primero llego el pop romántico, que en un principio todo el mundo cree que es medio pasable, pero al final es demasiado pegajoso, comercial y sin identidad; típica canción de grupo mexicano que es increíblemente cursi y que se la dedican los novios que llevan como tres días juntos. Así fue uno de mis novios, pega hasta decir basta, caía bien de primera instancia, pero luego uno deseaba que se fuera YA.

Luego llego el bohemio/roquero, de ahí fue donde aprendí más. Fui descubriendo trova, grunge, jazz, música viejita. Ahí fue que me di cuenta que prefería al rock de antes que a lo que sale ahora, que es un hit de un día, que el rock alternativo era lo mío y que no todos pueden ser músicos aunque lo intenten con muchas ganas. Después, mis gustos musicales se expandieron bastante, aunque dure mucho tiempo en reponerme de la ruptura, esos amores de juventud dejan huellas muy profundas a veces.
De ahí en adelante, lo que he llegado a tener son micro relaciones sin futuro, más que lo que se pueda conseguir en otra fiesta con unas cuantas birras encima. Por ahí anduvo el R&B, al cual nunca le agarre el gusto y que desapareció de un momento a otro, llego el metal en diferentes formas, después de un rato me dejo de molestar, pero al final nunca lo entendí, y lo que obtuve fueron buenas anécdotas para contar con birras y shots de por medio. También por ahí paso el rock medio comercial, que al compararlo con el rock de verdad, quedo debiendo.
Ahora sigo esperando que llegue el merengue, la salsa y la cumbia (hasta me dolió escribir eso, pero uno nunca sabe), porque todavía no les ha tocado el turno, a lo mejor lo que me hace falta es ese toque tropical.
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