1 de septiembre de 2011

Engañazón

Creo que todos hemos tenido parejas que nos han intentado cambiar nuestra forma de vestir, de comer, de hablar, de socializar (que cansado, y aun así andamos diciendo que son nuestra alma gemela)… Hay unos que lo hacen más evidente; tipo novio psicótico posesivo que cree que por usar un cuello en V uno le anda enseñando sus encantos a medio mundo, o la novia dependiente que le tiene autorización al mae de salir solo con la mamá porque todas las demás mujeres del planeta son competencia. También está él que le quiere cambiar a uno el estilo (un poco de fashion nunca está de más, pero a veces el acoso es demasiado), o el que le regula los amigos, o las salidas en familia (“es que preferís estar con ellos que conmigo”, ay mae que cansado, busque vida), y el que manda indirectas para ir al gym o hacer dieta, porque ya ese dicho de “pasad@ de ric@” no aplica.

Es cierto que un poco de asesoría nunca está de más, y que siempre es bueno tener un ojo crítico, pero ya hay gente que se pasa y creen que el “amor” les da derecho a decidir por uno y crear una versión mejorada de su pareja.

Muchas de esas relaciones no llegan muy largo, porque una de las partes se hostina de tener que perder su personalidad para ganar puntos, y al final cada uno sigue su camino, manteniendo su estilo, sus amigos y su paz mental. Aun así, uno se acuerda de esa persona que intento llegar al subconsciente y generar una adecuación del comportamiento para su beneficio.

A veces, cuando me pongo una de esas blusas girly y fashion, me acuerdo del mae que siempre me echaba indirectas de que me podía vestir mejor (ahora lo hago por gusto y porque lo disfruto, antes mi uniforme era de tennis, camiseta y jeans) O cuando ando en modo fitness, me pongo a pensar en el que siempre me pedía que “me cuidara mas”… Esos maes querían ver una versión mejorada de mi, y al final no paso porque no llegamos a nada. Ahora me pongo a analizar que en su momento tolere esos comentarios, pero ahora, sabiendo que quiero y como lo quiero, creo que yo ni me hubiera fijado en ellos, o hubiera sabido de inmediato que no eran para mi, que nunca íbamos a llegar muy largo y que abriera los ojos a la realidad (uno joven e impetuoso no nota esas señales que da la vida).

La gente no cambia, se adapta. Crea escudos para sobrellevar sus problemas y sus realidades, adapta comportamientos para agradar a los demás, finge gustos para calzar en su grupo social. Lo mejor sería evolucionar, ser esa versión mejorada de sí mismo por y para uno, no por otra persona que muy posiblemente ni siquiera se lo merezca.

1 comentario:

Rebecca dijo...

cierto la gente no cambia solo las estaciones cambian :)