9 de enero de 2012

Alianzas

Una de mis amigas se comprometió, otra se casó… Aunque las dos están súper felices, mi primera reacción fue “quién se casa a estas alturas de la vida???” Quién tiene la necesidad de invertir en un vestido que se solo se pone una vez, en una fiesta que sale carísima porque ahora TODO está carísimo y pasar estresado como seis meses haciendo todos los planes de la actividad?


Yo sé que es un momento que se quiere celebrar, que son recuerdos, que es bonito compartir con familia y amigos, bla bla bla… Eso lo sé y lo aprecio, pero igual me parece innecesario. Lamentablemente yo no crecí soñando con la boda perfecta porque nunca tuve eso entre mis expectativas (si, desde chiquitita soy así de rara) 

Creo que a mí me hizo falta ese gen matrimonial, aunque no pierdo la esperanza de encontrar esa persona que me aguante con todos mis defectos y que yo sea capaz de aguantarme los de él, porque es un trabajo de dos; todavía hay gente que cree que a ellos les tienen que aguantar todo y el otro no tiene derecho a cometer ni medio error… Esas son las relaciones que no funcionan porque la convivencia no era lo que esperaban.

Mientras a mi alrededor las embazadas y las casadas se multiplican, yo seguiré buscando a mi compañero de vida, pegándome la fiesta mientras tanto (yo no me voy a aburrir mientras al mae le ronca aparecer) y tratando de disfrutar mi soltería perenne.

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