20 de diciembre de 2010

Año nuevo…

Vamos a usar la frase cliché de siempre, “ya pasó un año, que rápido!!!”

Siempre decimos lo mismo cada vez que tenemos que cambiar el calendario. En Diciembre nos damos cuenta que todos los propósitos que hicimos no se hicieron realidad. No, no bajamos de peso, ni nos metimos a aprender otro idioma o a clases de baile. Tampoco dejamos a ese mae que todo mundo dice que es malo para nosotras, ni superamos el miedo al rechazo diciéndole a ese “alguien” que queremos ser algo más que compas.

Yo no creo mucho en los propósitos de Año Nuevo, lo que no paso en todo un año no va a pasar por obra y gracia del Espíritu Santo en Enero. Si quiero aprender a bailar tango, hacer aeróbicos o hablar alemán, lo voy a hacer cuando tenga la plata y las ganas para hacerlo, no en media cuesta de Enero, cuando para lo único que tengo plata es para los pases y una ida a Palmares.
O está la típica persona desesperada, que dice que este año si consigue novio. O sea, entonces FIJO en Enero se hace cirugía plástica y empieza con psicólogo para hacerse un extreme makeover, porque hay cosas que ni el Año Nuevo puede cambiar.


Si me voy a imponer un cambio, que sea pequeñito; comprar menos postres durante la semana, comer más ensalada, subir escaleras, reciclar… Seamos realistas, no quiero dejar de comprar zapatos ni ropa, me gusta expresarme con mi lenguaje soez y vivo en mi desorden ordenado. Lo que uno necesita aprender es a apreciarse más, quererse más, para luego empezar a mejorar.

No hay comentarios: