He visto
tanto arte gráfico inspiracional que me lo estoy empezando a creer (gracias
Pinterest). Estoy casi segura de que en un futuro cercano voy a cambiar el
mundo poquito a poco, voy a perder peso como degenerada y voy a tener unos
cuadritos que cualquier fisicoculturista envidiaría. Además de eso, voy a
edificar la casa de mis sueños impecablemente decorada con una inversión de no más
de $100, voy a crear una empresa de calibre internacional y es posible que mi
historia se vuelva una inspiración para miles de personas.
Mi realidad
es bastante diferente. Después de cuatro meses de ir religiosamente al gimnasio
cuatro veces por semana, a la misma hora y los mismos días, en las últimas dos
semanas he podido ir solo dos veces (cuatro en total), porque decidí meterme en
un curso para ser mejor persona y porque tengo una sinusitis recurrente que
implica antibióticos radiactivos que hacen que el crossfit se vuelva más difícil
de lo que ya es. Entonces me da miedo y nostalgia por los cuadritos que ya no
voy a tener, por los músculos que deje de desarrollar y por todo el avance que había
logrado. Que tan irónico el saber que ya la semana que sigue puedo volver, y
que mi vida va a seguir como antes, porque un impasse de un par de semanas no
significa una pérdida total…
Eso de
construir casas tampoco es lo mío, mi desorden financiero es tan catastrófico que
genera más deuda que ganancias, por más que intente lo contrario. Aparentemente
mi legado a la humanidad va a tener que ser un poco más intangible.
La creación
de mi empresa también va a paso lento, puesto que estoy amarrada a un trabajo
que paga mis deudas, mis fiestas y mi exceso de zapatos. Además me da miedo, pánico
en realidad. Tengo una terrible fobia al rechazo, a mi trabajo, a mi persona, a
mis ideas; lo cual hace que sea casi imposible que tenga el valor de ir a
vender todo lo mencionado anteriormente.
Lo raro de
todo esto es que, entre tanta inspiración y duda no cabe encontrar a mi media
naranja, mi amor eterno, mi complemento perfecto. Creo que ya me rendí en esa
parte, porque aprendí a vivir sin ella, aprendí a ir a las actividades
familiares sola, aprendí a organizar actividades donde un +1 no es necesario y acepte
el hecho de que al final de cuentas eso no es tan malo.
Creo que
solo tuve una corta etapa a los cinco años en que me ilusioné con tener un
esposito que llevara de paseo de vez en cuando, y que amara sobre todas las
cosas, por dicha ese periodo de mi vida fue hace mucho. Tal vez todavía pueda
hacerle caso a mi niña interna y convertirme en todas esas cosas que siempre quise,
y que de chiquitita creí que me merecía solo por ser yo.