2 de mayo de 2012

Especias


“Yo te amo como la carne a la sal”… Uno podría creer que ese tipo de comentario estaría es un poema para gente grande, madura, que entendería una afirmación bastante compleja para un vegetariano. Pero no, en base a esta idea se desarrollaba un cuento que mi mamá me compro para llevar al kínder cuando tenía cinco años. 

El libro lo escogí yo, porque me llamó la atención la tipografía de la portada y la ropa de la chiquita que salía (sí, yo empecé a ser así de rara a una corta edad). El libro trataba de como el papá echa a la hija de la casa cuando ella le dice “yo te amo como la carne a la sal”. El mae se sintió insultado por una observación tan profunda; las otras hijas que tenía le dijeron estupideces pensadas por air heads que no tenían ni fondo ni forma, pero aparentemente esas si las entendió.

Yo sin sal no vivo, ni como carne, pero igual TODA la demás comida tiene que tener sal, y a veces en cantidad industriales para mí. Sin sal la comida no sabe a nada, ni la carne, ni el arroz, ni el pollo, menos el pescado. Obviamente la moraleja de la historia es que no hay que asumir y que cada persona expresa sus sentimientos de manera diferente, bla bla bla…

De todos los cuentos que me leyeron, ese es uno de los que más me acuerdo, primero porque algún hijueputa carajillo me robó  el libro en el kínder y a ninguna inútil profesora le ronco ayudarme a buscarlo, y porque me quedo muy grabado que hasta en los cuentos las princesas tienen derecho a pensar diferente.

Así que yo sigo pensando diferente, a pesar de que el consejo que me dan para mejorar mi vida amorosa siempre gira en torno de “mira, es que vos pareces demasiado independiente, entonces eso es intimidante para los hombres”, “es que vos tenés una personalidad un poco fuerte, entonces eso hace creer a los maes que no necesitas a nadie”, “ay mae, es que usted no parece que quisiera un novio, entonces no creo que le llegue muy fácil”, “mae, es que usted a veces da miedo” (yo creo que ese fue el comentario más honesto de todos)… Qué tiene de malo que sea independiente? Yo no necesito un proveedor, ni un oráculo que tome mis decisiones. Sí, tengo carácter fuerte, y puedo convertirme en She Hulk a veces, pero que yo sepa, el mae también tiene derecho a enojarse cuando lo sienta necesario. Y no, no voy a andar llorando por los callejones diciendo “un novio, necesito un noviooooooooooo” ( lo he pensado) porque entonces me perdería de todo lo que está pasando a mi alrededor que no tiene como requisito estar en pareja.

No me voy a quedar sentada esperando a que a el susodicho le dé la gana aparecer, más bien me voy a ir de fiesta y de viaje, para que cuando llegue yo tenga muchas historias entretenidas que contarle.