26 de junio de 2011

Wake up call

Estaba llevando un seminario que se llama “Relaciones Conscientes”. Tenía mis dudas al principio, principalmente porque estoy pasando por un bache económico, entonces un gasto no programado no es algo muy positivo. Al final me metí, para entender el porqué de tantas idioteces que he hecho y otras muchas que he visto pasar.

Quería entender porque, cuando yo estuve en pareja, entre más me quería mi novio, menos lo quería yo a él y viceversa, necesitaba comprender por qué no encuentro mi final feliz, o también la razón de que una amiga siempre termine volviendo con el mismo looser o como el compa que juega de rebelde es el que anda con la obsesiva-posesiva-celosa (mae, supérelo, no su novia NO va a cambiar, mejor busque vida en otro lado)… Puedo seguir describiendo escenarios, pero creo que ya todos hemos visto demasiados.

Los primeros momentos del seminario fueron un poco sospechosos; un lugar muy low-profile, invitados un poco bizarros, el horario más horrible jamás visto (sábados en la noche, los maes en serio no querían que nadie fuera), pero aun así, empezamos.

He ido descubriendo la razón de muchas cosas, tengo demasiado conocimiento y nadie con quien aplicarlo. Pero por lo menos ahora todo tiene más sentido.

De mis momento de aprendizaje puedo compartir que tenemos que aprender que mis necesidades y problemas los resuelvo YO, un intento de pareja no me a ayudar a arreglar nada, sino a empeorarlo. El disco rayado de “la comunicación es lo más importante” es cierto, pero hay que aprender a hablar no solo a tener una verborrea incontrolada, o en su defecto un berrinche. Y también, que hasta cierto punto todo es culpa de los papas, pero eso es otra historia y amerita un blog aparte.

En conclusión, no soy una princesa de Disney, como para que me aparezca un príncipe azul, pero tampoco soy la bruja del cuento como para terminar con muchas verrugas y rodeada de manzanas envenenadas para regalar.

Me caes mal…

Me cae mal esa sonrisa eterna y falsa, ese aire de grandeza, esa engañazon que te hace pensar que sos “muy cool”.

Me caen mal esos zapatos polos, me siento insultada solo de verlos, y me cae todavía más mal que los tengas en todos los colores.

Me cae mal cuando me saludas con un abrazo de oso; afrontémoslo, nos odiamos mutuamente, con un Hola en seco ya es suficiente.

Me hostina que no sepas escuchar, que seguís cometiendo los mismos errores de manera continua, que ignores mis comentarios sin importar las circunstancias…

Aborrezco tu pésimo sentido del humor, el engaño perenne en que has vivido te hace pensar que en realidad si podes hacerme reír.

Y todo esto lo tenés que saber, no podría creer que no te hayas dado cuenta.